(Salmos 119:103)
¡Cuán dulces son a mi paladar
tus palabras! Más que la miel
a mi boca. Le doy gracias a Dios
por haberme dado unos padres
amorosos, pacientes, trabajadores,
por enseñarme a amar a Dios
sobre todas las cosas y hoy esta
noche hacer mi sueño realidad,
paso de ser un capullo para
convertirme en una linda
jovencita.
Mi vida es como un cuento de
hadas, llena de alegrías y
sorpresas inesperadas, y ahora
me presento como una princesa
para invitarte a mis quince
primaveras.